Para quienes deseen nuevos contactos
Nací en
un combate
de dimes
y diretes
que solo
puerta adentro
_y
en tonos muy quedos _
salía a
relucir.
El
exterior era un lugar
de pozos
muy profundos
con
escasas bombillas
de 25
vatios.
Las
gentes se miraban
con
desconfianza
y muy
correctas, eso sí,
hablaban
de la lluvia
o del
frío del invierno.
La vida
era el frío
o el
calor del verano
pasados
con el hambre
que nunca
se saciaba.
Los niños
en la calle
reíamos,
a veces.
Cantábamos,
saltábamos,
jugábamos
al corro
y a
guardias y ladrones.
Las
niñas, en un lado;
los
niños, en otro.
En ese
mundo limpio
que
siempre habita la inocencia,
crecimos
cargados de prejuicios
y en él conocimos,
en secreto,
que no
existían los Reyes Magos
y que los
bebés no vienen de París.
Así,
aprendimos también
que
los mayores mienten.
Las
mentiras prohibidas
era una regla
solo para niños.
Con ella
se practicaba, entonces,
muy bien
la hipocresía.
¡Yo no he
sido, mamá,
lo hizo
Carlota!
Negaba la
inocencia
ante algo
que había pasado
delante
de testigos.
Con esos
terribles pecados
en
nuestra conciencia
acudíamos
al confesonario.
Un
sentimiento de culpa
se
instalaba en los niños
para
siempre. Aún en la vejez,
es una
pegajosa adherencia
en el
razonamiento, instalada.
Pecabas
si no obedecías a tus padres,
al cura,
al maestro, a la portera,
a
cualquier persona mayor
que
tuviera a bien decirte:
No
saltes, no corras, no grites, cállate.
Ser
sumiso, obediente.
Nunca
preguntar por qué.
Y no se
hable de tomar iniciativas…
Esto son
lentejas…
no era
sólo a la hora de comer.
Ser niña
era un plus de pecado
añadido
al curriculum femenino.
La
maravilla es que, en ese caos,
nacían
ángeles que se llamaban Pancho,
Marisol,
Juanita, Pepe, Juan, Ignacio…
que
conseguían vencer a los diablos
y volaban
derechos al convento.
Poblaban
claustros,
habitaban
en seminarios.
Pretendían
ser santos
y
erradicar el pecado para siempre.
Ya que
existía el aterrador infierno:
alcanzar
el cielo era la meta.
Yo
también quise ser santa
pero
enseguida ví muy claro
que no
había nacido
con alas
en mi espalda.
Alcalá de
Henares, 5 de octubre de 2018
Texto e imágenes realizados por Franziska para ser publicados en
EL CANTO DEL RAITÁN