viernes, 7 de octubre de 2022

Diálogos con mi espejo


 

Mi espejo, sin duda, ha envejecido
pues no ve las arrugas de mis vestidos.
Mi espejito de plata de poca ley
su corazón de cobre luce encantado.

Le gusta estar en el quicio de mi ventana.
Produce señales tan luminosas
sobre el pavimento que, las palomas,
corren a refugiarse tras de las lomas.

 Yo sé que le divierte desconcertar.


Cuando se ríe escondido tras mis ojos,
simulando enojo, le digo:
-¡Vamos, por qué finges lo que no eres!

Nunca fui la madrastra de Blancanieves.

No he exigido de ti grandes halagos,
somos amigos –tú bien lo sabes,

no es preciso un juicio tan despiadado…


¡No volveré a mirarme en ti,
tenlo por cierto, hasta que no estén en flor
todos los blancos azahares de mi huerto.

 

 

¡Mi espejito, sin duda, se ha vuelto viejo

pues no ve las arrugas de mi entrecejo!
¡Mi espejito, está claro, quiere engañarme
pues no ve mis ojeras al levantarme!
Espejito moruno, de limpio azogue,
dime, por una vez, ¿qué es lo que piensas
cuando me acerco a ti –toda inocencia-
esperando ver el rostro de mi niñez?


Mi espejo es astuto, como buen viejo;
por eso, me recuerda cuando aún no lucía
sobre mi frente flores de invierno…
Lo he decidido: debo marcharme
a comprar un candado para guardarle.



Alcalá de Henares, 7 de septiembre de 2022

Las fotos se tomaron en el Museo Historia de Madrid y fueron -igual que el texto- realizados por Franziska.

 

 

 

 




 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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