miércoles, 23 de noviembre de 2022

VIVO EN UN JARDIN TIBETANO

 


Vivo en un jardín tibetano

donde se despierta abril

y aún no ha llegado marzo.

 


Donde el tiempo se ha varado

en un remanso del rio,

a la orilla de un prado.

 


Vivo tan lejos de ti

que mi corazón se agita,

se expande y se encabrita.

 


Son tambores sus latidos

llamando a tu corazón

que parece estar dormido.

 


Vivo tan dentro de mí

que no recuerdo tu nombre

pero sueño con  tu voz.

 




Aunque no se mueva el viento

todo vive en mi jardín tibetano.

Florecerán las semillas

 

y yo, volveré a soñar, a reír y a cantar.

 


Alcalá de Henares,  24 de Noviembre de 2022

JUEGO DE LA PALABRA DADA

PALABRA: JARDÍN

DADORA:  MERCEDES SANTORCAZ

viernes, 4 de noviembre de 2022

El manantial

 


Una viajera avanza. Se dirige hacia la gruta. El viento, a veces, gime. Se desliza en el bosque un rumor que clama al cielo…de hojas atolondradas. Se han tronchado algunas ramas. El monte guarda silencio.  El río ahoga sus lágrimas.

 Pisa la tierra compacta que duerme siglos de tedio. Sus pisadas resuenan como un día de tormenta. Ajena al miedo que siembra y al rumor que la acompaña, la viajera se siente feliz con este proyecto. Soledad, paz y silencio es todo lo que añora su alma.



 Después de un verano atroz, el manantial languidece. Está el poderoso río casi extenuado y maltrecho. Los cantos del cauce son testigos mudos del exilio que  todos los peces han tenido que afrontar.

 La gruta está muy cerca del agua. Puede estar habitada. Se sienta a descansar del largo camino hecho. Enseguida, los sonidos silenciados reaparecen, es el grito placentero de criaturas que se arrastran, trepan, saltan, se zambullen, vuelan, observan y cazan.

 Es un asombroso mundo que recupera la calma.

 


Decían los campesinos que, al despuntar el alba, la doncella del manantial, como todos la llamaban, cantaba y que su voz era como un tañido de campanas. Escuchar su canto  sanaba todas las dudas del alma.

 Entonces, en la vida de las gentes, no existía el calendario

y el tiempo, no se contaba por años. El manantial  nunca se volvió a secar, por eso alguien dedujo que la moza era, en realidad, la diosa Minerva madre de la sabiduría y ¡cómo no, de la guerra! ¡Qué manía con las guerras!.

A día de hoy, y que yo sepa, nadie pidió su opinión. Sabios y poderosos, ya se sabe, otorgan honores: no siempre, razones.

 Esta es la historia sencilla del manantial que limita al norte, con la serranía de Cuenca y al sureste, con el complejo industrial que hay en Torrelodones.  ¿Que no hay complejo industrial? Lo dije por no dar pistas a las embotelladoras del ramo.

 Lo juro. Jamás, por mi, se sabrá donde está el manantial.



 La doncella de esta historia

aborrecía la presencia de las gentes.

¿Qué la llevó a tal trastorno?

Caminaba descalza. Seguramente, desnuda.

No cazaba animales. Se alimentaba de yerbas.

 Cantaba, sí. No tenía otra manera de hablar.

Algún invierno muy frío, se la llevó para siempre.

Aquella fugitiva jamás pudo imaginar

que, con el paso del tiempo, su tragedia personal

la conduciría a los altares de esa Roma imperial.

 


 Alcalá de Henares. 4 de noviembre de 2022

Texto e imágenes realizados por Franziska.  Las fotografías se dispararon en el desfiladero de La Yecla, en Burgos.

Se publicó por primera vez en "El juego de la palabra dada". La palabra que me dió Virgi, fue manantial. El día 3/08/2016