lunes, 14 de febrero de 2022

Murió como las aves

 


Amanecía.

Las piedras: unas,

como puntas de lanza;

otras, pulidas y amistosas.

Los cristales del hielo blanquiazul

 

                       amenazantes.

 


Los pinsapos desperezándose

para calmar el dolor de la tierra

alargaban sus ramas intrincadas.


Los ojos  de la luz iban poniendo

cada hierba en su lugar exacto.

Sobre la cumbre un águila vigila.

Certera ejecuta su ritual de  caza.

 


Mi corazón se ha fatigado

pero restablece gozoso sus latidos.

 

Sometidos por una luz tiránica,

mis ojos se entornan.

Las sombras se estiran,

hacen de la opacidad su imperio incesante.


 

El camino mostraba yerbas muertas:

como el amor herido.

Flores liliáceas sin abrir

y azucenas agostadas, hace tiempo.

Arándanos rojos, ya maduros.

 


Al borde del abismo, he parado.

He vuelto a sentir el abrazo de mi padre.

No huyó solo para salvar su vida.

Murió como las aves,

la libertad no se negocia.

 


Hacer frente a la opresión

 es un derecho de los hombres.



 Alcalá de Henares, 14 de febrero de 2022

Texto e imágenes realizadas por Franziska

19 de noviembre de 2017, 

se publicó en alguno de mis  blogs. Las fotografías son inéditas.