La luna fue un triángulo
morado.
Se han borrado sus montes y
colinas.
Se han difuminado sus ojos y
sus bocas.
Su luz no baña los tejados y
ahora, los gatos
dormitan por la noche y
sueñan.
Sí, los gatos también sueñan
con paraísos de pájaros e
insectos.
Quizás su mejor sueño, sea
vivir sin dueño.
Estoy en la quietud sentada.
Remirando el vaivén de los
luceros.
Se llenan de memoria mis
recuerdos
y halos azulados los señalan.
Uno tras otro aparecen.
Bailan y se agitan.
Están dispuestos a no dejarse
arrinconar.
Han dormido en el silencio
del pasado
y despiertan dolores ya
olvidados.
De pronto, una saeta se
dispara.
Nunca preguntaré por qué he
nacido.
Tampoco he sabido para qué.
El final ha de llegar sin el
mañana.
Alcalá de Henares, 25 de
abril de 2017
Texto e imágenes realizados por Franziska
para
EL CANTO DEL RAITÁN