Si mirásemos la vida
sentados en el suelo
cambiaría la
perspectiva que tenemos.
Vistas las cosas
desde abajo
nos llenarían de
asombro y maravilla
y tomaríamos
conciencia de que somos
algo muy semejante a
las hormigas.
Sé que la
tierra es redonda
pero yo
la veo ondulada por cerros,
por los
montes, encrespada:
y llana
por las mesetas,
los
valles y las barrancas.
Es
evidente mi confusión
entre percepción
y realidad.
Sé que el
horizonte tiene un límite
que
parece avanzar curvándose
mientras
asciendo hasta las cumbres.
Este es
otro torpedo imaginario
lanzado
contra la línea de flotación
de mi
peculiar razonamiento.
A través
del visor he descubierto
un nuevo
modo de observar:
mirar,
ver, enfocar lo que pretendo.
Impresiona
el horizonte contemplado
desde la
cima de un monte.
Cobra
dimensiones de gigante un cerro
al que
miramos desde el fondo de un valle.
Porque
cambiar de perspectiva
puede
resultar muy divertido
y, con
frecuencia, también es
esclarecedor
e instructivo.
No
dejarse llevar por la rutina.
Poner
rumbo a lo desconocido.
Escuchar
cómo crece la hierba.
Deslizar
el pensamiento, a cada paso,
como el
agua se escurre en las laderas
hasta
llegar a su encuentro con el río.
Este
mundo es inmenso.
Nuestro tiempo
puede acabar en cada esquina:
el nuestro,
el tuyo, el de todos, no llegará a la vez
del mismo
modo, pero habrá de llegar.
Sabemos
que del fin
ninguno
de nosotros podrá huir.
Alcalá de Henares, 25 de agosto de 2018
Texto y fotografías realizadas por Franziska
El texto escrito hace seis años. Las fotografías se realizaron entre el 2010 y el 2012. Corresponden a una colección que estoy preparando para montar una más de las películitas que subo a You Tube.