Ese
cuerpo a punto de agotarse
eleva mi
ser a las alturas
y siento
por él tanta ternura
como si
acabara de nacer
en mis
profundidades
un nuevo
corazón de madre.
Me gusta
ver cómo caminas
cuando te
alejas al volver la esquina
porque,
entonces, mi alma
se torna
golondrina.
No, no es
tu cuerpo lo que yo ansío.
Es tu
alma en verbo con la mía.
Lo que
temo es que estés
dispuesto
a dar tu vida pero
guardes
para ti el misterio:
esa parte
tan tuya, tan volátil
como el
humo del cigarro
que sin
prisa, acercas a tus labios.
Durante
un instante te encierras en ti mismo.
Después,
retornas a mi perdido
y
solitario en tus nubes de silencio.
Ese
pensamiento me desarma.
Es en sí
mismo una derrota
porque
ese cuerpo que adoro
-porque alienta
en él un alma hermosa-
dispuesta
estoy a renunciar a él,
a olvidar
el contacto de esa piel.
¡Quiero
ese instante
en que te
alejas
sin mí y
yo nunca
sé a
dónde llegas!
Eres
árbol de invierno
hallado
en la noche
de mis
sueños más bellos.
No sé por
qué he tenido que encontrarte.
Ni sé la
razón por la que te necesito.
Solo
deseo ocupar un rincón
sosegado
y dichoso en tus entrañas:
un lugar
en el espacio de tus sueños.
No te
asustes, amor, sólo es eso.
Publicado
en Alcalá de Henares, 22 de noviembre de 2011
Se vuelve
a publicar en EL CANTO DEL RAITAN con fecha 13/01/2022, terxto y fotografías originales realizadas por Franziska