Somos
millones de almas.
Queremos
sentirnos jubilosos.
Deseamos
que llame a nuestra puerta
la feliz
Navidad y el Año Nuevo.
Con la
fiesta de los Reyes Magos,
finalizar
el día 6 de enero.
Tres
semanas encadenados
a los
buenos propósitos,
al amor
al prójimo,
a desear
felicidad a todos
con el
corazón
puesto en
el empeño.
Sonreímos
y olvidamos
los malos
momentos,
las
palabras desconsideradas
y aún el
desprecio
del que,
algunas veces,
hemos
sido objeto.
Como
siempre, alcanzaremos
el día 7
de todos los fatídicos eneros.
Aquí, en
nuestra dulce España,
comienzan,
se desatan, invaden,
danzan en
nuestra mente
¡¡¡las
rebajas de Enero!!!
Ha
llegado el momento
de
adquirirlo todo
a precios
irrisorios… ¡Qué delicia!
Consumado
el hartazgo de alimentos,
ha
llegado el descontrol
de la
posesión de objetos.
¡Los
mayores no creemos en los Magos!
La epidemia
es muy contagiosa.
Los seres
amorosos y razonables
nos
convertimos en una masa delirante
de
consumidores trasnochados
que
compran por comprar,
ya que es
barato, sin recordar
que hambre,
frío y desesperanza
están, a veces, demasiado cerca.
Pasadas
las fiestas y el derroche,
volveremos
a sentirnos pobres.
La fiesta
del nacimiento
del Dios
del Amor y la Humildad
no
conseguimos celebrarla
un año entero.
Somos una
casta humana fracasada
que no
reconoce sus errores,
que desea
la felicidad para si misma
sin
reparar que ésta es otra
de sus
gallardas invenciones.
¡Pero
están los niños!
-alguien
nos dirá-
Aún queda
su inocencia
y su verdad.
¡Mientras
existan niños,
habrá
Navidad
y los
Años Nuevos reverdecerán!
Alcalá de
Henares, 13 de Diciembre de 2018
Texto e imágenes realizados por Franziska para ser publicados en "EL CANTO DEL RAITAN"