¡Ay, si yo fuera rica,
me compraría una peluca azul
con tirabuzones colgando de la nuca!
Con una caña de pescar salmones,
me iría a buscar tiburones.
Montada en una escoba tecnológica
saldría a barrer mis telarañas.
¡Ay, si yo fuera rica!
¡Ay, si yo fuera rica,
podría por los mares navegar!
Tendría un barco velero
e invitaría a las gaviotas a cenar.
¡Ay, si yo fuera rica,
crearía muchísimos puestos de alegría!
Pondría el mundo bocabajo
y los niños reirían a destajo.
¡Ay, si yo fuera rica,
mirando el fulgor de las estrellas,
bailaría!
Regalaría tinajas
con la hermosura del agua y la frescura
del viento.
A la inmensidad del mar, levantaría un
monumento.
¡Ay, si yo fuera rica,
llevaría la primavera a tu invierno!
Ahora soy pobre porque
solo cuento las monedas que tengo.
Cuando el fin queda más cerca cada día,
compruebo
que he pagado un precio excesivo por lo
que quería.
Lo que me importaba de verdad, no se
vendía.
Si he podido llegar hasta aquí sin
asfixiarme,
ha sido gracias a mi evasión
al mundo de la ficción y de los sueños.
Ahora soy vieja
porque solo miro a los ojos de la cruda
realidad.
No me gusta el mundo en el que vivo
que
despilfarra la belleza natural.
Seguimos contaminando el aire y las
aguas.
Arrojando al fuego de la ignominia
el talento de hombres y mujeres.
Llevamos a la extinción
a centenares de especies vivas.
Continuamos fabricando
las más sofisticadas armas
que solo siembran la muerte y el infierno
en la vida de las gentes.
En el santo nombre de la Democracia,
nos engañan y estafan. Y así dolorida
-ya no hay fantasía ni esperanza que me
asilen-
¡más muerta estoy que viva!
Me aterra pensar a dónde habrían ido a
parar
mis fantásticos ideales si, en realidad,
yo hubiera sido rica.
Alcalá de Henares, 20 de julio de 2018
Texto e imágenes realizadas por Franziska
EL CANTO DEL RAITAN