Las
alas de mi imaginación
llévanme
ahora
al
tiempo del encuentro
enardecido
y tierno
del
esposo,
junto
a mí
recostado
en el lecho.
De
un amor desgarrado
y
sincero, por mi parte;
de
una insatisfacción enferma
-y
transferida al paso de los años-
convertida
en infierno
de
dolor y sufrimiento,
por
la suya.
Los
lazos que en mi vientre
germinó
su semilla
hasta
el sexto
sólo
varones fueron.
Las
hembras de la especie parimos
no
sólo con dolor
también
lo hacemos lentamente.
Los años de la espera
agotaban
la paciencia de mi amado
que
aguardaba en vano
la
llegada de la hija preferida.
Sobre
mi conciencia caía
el
castigo de creerme
incapaz
de engendrar hembras.
Fueron
años de ir contracorriente.
Nada se valoraba en más alto grado
que
llenar el hogar con los varones:
herederos
de glorias y blasones,
portadores
de honor y de hidalguía.
Mujer
que sólo concibe varones:
¡Lo
que más denostaba mi señor!
Lágrimas
ácidas y ardientes
acunaron
el llanto de mis hijos.
A
tal extremo llegaron mi locura
y
mis desvelos por contentar
a aquél a quien amaba,
que
me habría arrojado a una hoguera
por
lograr la llegada de una hija.
Fui
lerda en descubrir
que
placíanle las niñas a mi esposo
y
que mientras yo -llena de gozo-
engendraba
un hijo tras de otro,
con
ello iba perdiendo un diente
en
cada parto, al mismo tiempo
que
se abultaba más y más mi vientre.
Mis
ojos
antes
suaves y celestes
como
el cielo,
apagaron
su fulgor
con
las lágrimas que dellos
arrancó
su desamor.
Y
era mi frente el espejo
que
marcaba un entrecejo
señal
de mi descontento
y
las profundas arrugas
que
se grababan ceñudas
sobre
mi frente desnuda.
Entretanto
para Durante*
su
amada Beatriz
permanecía
en el limbo
de
los nueve años cumplidos
y
si queremos: pongamos los dieciocho.
A
esa edad ya era madre
de
mis tres primeros retoños.
Las
noches junto a sus cunas
Sin
dormir, velando su sueño.
·
A partir de aquí
Gemma di Manetto Donati, se enfrenta directamente con Durante Alighieri
De estar en
tu mirada tan absorta
tardé años en reparar
en tu nariz hebrea
y en el perfil severo
de
sus labios.
Besábate
con los ojos cerrados
y cuando los abría
sólo descubría dos candelas:
suaves, para el amor;
para la ira, como el rayo fieras.
Presto,
muy presto
llegaron tus desdenes,
tus gestos de altivez,
tu asco y tu fastidio,
ante mis cuitas.
--No puedes entenderlo,
–me decías-
Y vive Dios
que mis preguntas
siempre
fueron sencillas.
Cada vez más lejano y esquivo,
más ausente y mezquino.
La hoguera
en que te abrasabas
en pos de una quimera,
convertía en humo y en cenizas
mi amor
y nuestras vidas en común.
Eras tú
el centro y razón
de todos mis pensamientos.
Atrapada en un conflicto
del que fui la víctima primera,
culpábasme también de la locura,
urdida sin sentido,
sobre mis frágiles espaldas
de mujer inexperta.
Cuando esperaba amor:
ausencias y silencios
llenaban mis vacíos.
Durante, tú me arrebataste algo
más valioso que la vida
a lo que tenía derecho.
Tus
viajes y batallas, tus estudios,
tus
libros, tu importancia de hombre
público
tus
escritos meritorios, no lo niego.
Tu
libertad de salir, entrar y cerrar la puerta.
Pero ¿qué tenía yo
dentro
de aquellas paredes?
Reo
de tu desamor
no
conocí la piedad
y
cuando llegó tu hija
mandaste
tapiar la puerta
que
de tu alcoba a la mía
siempre
estuvo abierta.
Inaccesible soberano
de tu persona y de sus gestos,
volcaste sobre mí
tu frustración y tu rencor eterno.
Gemma
di Manetto Donati
4 de Noviembre de 2006
Alcalá de Henares, 8 de diciembre de 2016
Texto y fotografías realizados por Franziska
Nota
Dante amó a Beatriz, noble mujer florentina de la familia de los Portinari, muerta a los 25 años durante un parto en 1290. Él únicamente la vio tres veces, sin hablar nunca con ella. Dante la contó como la belleza angelical y símbolo de la gracia Divina, primero en la "Vida Nueva" y después en "la Divina Comedia".
Estos datos creo que son importantes y justifican la tragedia que vivieron Gemma di Manetto Donati y Dante Alighieri. Durante siglos creo que se ha fraguado en la mente humana que solo lo imposible es lo que merecía la pena. Conseguir lo que deseamos sin embargo, termina siempre siendo una frustración. Está en nuestra naturaleza.
* Dante fue el nombre con el que Durante Alighieri pasó a la historia de la literatura.