En aquel
extraño lugar
en el que
vivió Xuanón
ésta es la
historia que han contado
y aún se
recuerda hoy.
Dicen de
él que era muy sabio
pero
cansado de que su erudición
no llenara
su alcancía
y su
despensa vacía
viéralo
amanecer casi yerto
un día sí
y otro, no,
puso en un
carro sus libros
y se los
llevó a vender
al Zoco de Mirabien.
¡Libros
para todos, libros!
¡Algebra,
Trigonometría, ciencias,
Historia
del Arte, teatro, biografías;
de Oriente
y Occidente
todas las
filosofías;
poesía y
algunas novelas eróticas!!!
Y así pasó
pregonando
todo el
santísimo día.
Ronca
tenía la voz
y el alma
rota, tenía:
¡Nadie
adquirió un solo libro!
Y nuestro
Xuanón pensaba:
La
erudición es un lujo
que trastornó
mi cabeza.
Consecuente,
hizo una pira
y los
condenó a la hoguera.
Así perdió sus riquezas.
Más sabio
fue desde entonces
pues si
quería aprender,
tenía que
usar su cabeza.
La verdad
es que Xuanón
escribía
desde el ocaso a la aurora
y así
durante el día
cuando no
dormitaba, dormía.
Fueron
pasando los años
instalado
en esa monotonía,
él nunca
volvió a leer.
Cuando ya
era un anciano
un día
aciago dijo:
más libre
que yo es un pájaro.
Y se lanzó
desde la torre
más alta
del campanario.
Al
entierro de Xuanón
llegaron
cientos de sabios
¿Cómo se
extendió la noticia?
Nadie
logró averiguarlo.
Aún no existía la radio.
Cada sabio
portaba su propio libro
y quería
compartirlo…
Así fue
como el entierro
duró todo
aquel invierno
y llegó hasta la parte primera
de la hermosa primavera.
Nadie sabe
cómo fue…
si es que
Xuanón era un santo
porque en
el pueblo, desde entonces,
todos se
tornaron sabios.
30 de marzo de 2012
Alcalá de Henares, 26 de junio de 2017
Texto e imágenes realizados por Franziska para
EL CANTO DEL RAITÁN