Pienso y ellas ejecutan.
A veces, ellas están
quietas
y yo, meditabunda.
Ellas sin mi estarán siempre
deshabitadas.
Como aves sin nido ni
horizonte
no volverían a levantarse
brindando un gesto de
acogida.
Oh, ya lo recuerdo, sí…
¡Aquellas
ausencias
que hacían los días como noches!
Con un permanente letargo.
Con una niebla turbia y envolvente.
Con un espeso y exigente frío.
Con un morir ahora, ya latente.
Y, sin embargo, aquellas
ausencias
tuvieron las entrañas de
una fiera.
Eran una corriente
arrolladora.
Fueron la señal de una
batalla
que nunca obtuvo laureles
ni poder
porque, antes al
contrario,
recuerdo que firmamos un
papel
aceptando, sumisamente, la
derrota.
Es verdad, a veces, no es
posible
habitar con la ausencia de
los otros
grabada, a sangre y fuego,
en la memoria.
¿No sería un combate más
equilibrado
aquél que se pactara con
empate?
Ellas fueron reo durante
mucho tiempo
de la ominosa firma de ese
documento.
¡Ni por un momento pensé
que sólo habían aprendido
a obedecer!
¡Ellas eran sólo las
terminales
nerviosas de un cerebro
ciego!
ESCRITO EN AGOSTO DE 2001
Publicado en Alcalá de Henares, 30 de enero de 2017
Las fotos alcanzan el surrealismo e incluso se peinan con el minimalismo y son de muy reciente ejecución.
Fotos y texto realizados por Franziska para "EL CANTO DEL RAITÁN"