Ahora me
quedan las palabras
A pesar de todas las
certezas,
lo más nimio en mí se agazapa
y cobra la fuerza de una
fiera.
Subir una escalera es
una hazaña.
Hacer la compra algo
que excede
mis gastados circuitos
neuronales:
como los siete pecados
capitales
sobre mí caen y me humillan
tanto
que sólo me recobro
tras un duelo
de horas y horas de
desvelo;
y
luego,
a revivir feliz vuelvo
de nuevo.
La lluvia que alentaba
mis sueños,
igual que ayer, la
siento todavía.
El sol, como siempre
lo hizo,
lo hace ahora: calienta
mis huesos
y alumbra mis atajos y
senderos.
Todavía oigo las voces
y distingo
los tonos de reproche
o de cariño.
Las ondas sonoras del
abismo
igual que las del
árbol del olvido.
Entre el sabor amargo
y el dulce,
mi paladar distingue
sin engaños.
Sin embargo, la
agudeza de mi olfato
huyó y descansa en mi
pasado.
Sobre mi cara se han grabado
las mil fronteras de
una vida:
los bellos caminos de
mis pasos.
A pesar del cansancio
que me agota,
lentamente, en
implacable derrota,
se escapan por los
poros de mi piel
las ansias que aún me
quedan de existir.
Cuando el mar disipe
mis cenizas
seré como el principio
de la nada:
una más de las arenas de las costas,
del agua evaporada, la gota que se eleva.
Un organismo vivo soy ahora.
Mi cuerpo gastado y
peregrino
no consiente que nada
estorbe su destino.
Si no alcanzo a
correr, caminaré.
Si no puedo cantar,
hablo más alto.
Si no puedo bailar,
toco las palmas.
Si no pudiera hablar,
aún tendré las palabras.
Alcalá
de Henares, 1 de octubre de 2021Texto e imágenes realizadas por Franziska. Quiero añadir que el texto poético tiene fecha del año 2013.