Publicado
22 de noviembre de 2011
Ese
cuerpo a punto de agotarse
eleva mi
ser a las alturas
y siento
por él tanta ternura
como si
acabara de nacer
en mis
profundidades
un nuevo
corazón de madre.
Me gusta
ver cómo caminas
cuando te
alejas al volver la esquina
porque,
entonces, mi alma
se torna
golondrina.
No, no es
tu cuerpo lo que yo ansío.
Es tu
alma en verbo con la mía.
Lo que
temo es que estés
dispuesto
a dar tu vida pero
guardes
para ti el misterio:
esa parte
tan tuya, tan volátil
como el
humo del cigarro
que sin
prisa, acercas a tus labios.
Durante
un instante te encierras en ti mismo.
Después,
retornas a mi perdido
y
solitario en tus nubes de silencio.
Ese
pensamiento me desarma.
Es en sí
mismo una derrota
porque
ese cuerpo que adoro
-porque
alienta en él un alma hermosa-
dispuesta
estoy a renunciar a él,
a olvidar
el contacto de esa piel.
¡Quiero
ese instante
en que te
alejas
sin mí y
yo nunca
sé a
dónde llegas!
Eres
árbol de invierno
hallado
en la noche
de mis
sueños más bellos.
No sé por
qué he tenido que encontrarte.
Ni sé la
razón por la que te necesito.
Ni el
misterio que me llevó a enamorarme.
Solo
deseo ocupar un rincón
sosegado
y dichoso en tus entrañas:
un lugar
en el espacio de tus sueños.
No te
asustes, amor, sólo es eso.
Alcalá de Henares, 27 de septiembre de 2018
Texto e imágenes realizados por Franziska para ser publicados en
"EL CANTO DEL RAITÁN"
Las fotos corresponden a un viaje a Mallorca realizado en el mes de septiembre del año 2014