viernes, 11 de agosto de 2017

Dedicado a aquél que no buscó mi amor





Gracias porque no me colocaste en un altar
del que, más tarde, habrías de arrojarme
pues no hay pasión que el paso del tiempo
no convierta, al fin, en sólido vinagre.



¡Qué alivio siento al saber que no soy yo
quien ha de compartir tu habitación!
¡Tampoco habré de temer esa llamada
que me convertiría en una criatura desolada!



Ahora comprendo lo que no advertiría
si viviera atrapada en las redes de Cupido.
No ciegan mis ojos la pasión. La verdad
-con toda la barbarie de su sinceridad-



es, sin embargo, justa porque es objetiva.
Más generosa e intuitiva ahora:
estoy dispuesta a perdonar
lo que en amor, nunca perdonaría…




¡Lástima, él no sabrá cuánto me han dado
su corazón ausente y sus manos vacías!
Ahora ya no tiemblo al pensar en el traspaso
de todo lo que año tras año he ido perdiendo:




el testimonio de que mi juventud
es ahora un remoto pasado,
pero, sin embargo,  no rompe el deleite
que gozo con mi edad.



 Sin conflictos ante el espejo porque
se advierten ya sin recato las arrugas,
el nacimiento de las canas, nos saluda
y. en el abdomen, la grasa se acumula.



Ninguna deuda ha de saldar conmigo,
sin embargo, yo le debo el placer de su ausencia,
la paz que habita en mis entrañas,
la libertad de la que gozo y no me sacio.


 Gracias por esa gran ausencia
que todo lo llena y ennoblece.



Alcalá de Henares, 12 de agosto de 2017
Texto e imágenes realizadas por Franziska para
"EL CANTO DEL RAITÁN"
Raitán
julio 2014









martes, 25 de julio de 2017

Existe algo a lo que llamamos corazón





Quizá tus ojos no vuelvan a mirarle.
Por eso, en los ocasos con nubes en el cielo,
buscas mares azules y, al mismo tiempo,                     
tratas de abrazar todos tus viejos sueños…


Es posible que  no vuelvas a escuchar el bramido de sus olas
ni su avance impetuoso conducido por el viento.
Ni  a ver como entregan su energía en la playa
ejecutando esa danza final de noche de los tiempos



pero siempre diferente y abismal, en su esencia.
Porque la luz que la atraviesa y rompe sus partículas
crea una infinita sinfonía con el céfiro.
Desde el principio del tiempo así, ha sido.




¡Pero si es solo una imponente masa de agua!
Te ha dicho, algunas veces, la razón desesperada.
¡No me gustan, razón, tus argumentos!
No sé por qué crees que es más lúcida tu visión,



 
más agudo y más sutil tu entendimiento.
Mi querida mente razonadora, yo sé que tú no ignoras
que existe algo a lo que  llamamos corazón.
Un hálito de luz y de esperanza que nos enseña a amar.
Es como la presencia de Dios dentro del alma.



Como un imán, el mar te lleva hacia sus aguas.
Sientes como si toda tú fueras un  océano.
Sin principio ni fin, eterna, como el universo,
en movimiento y expansiva:  agua al viento.
Pero, quizás, acabarás tu vida aquí, tierra adentro.



26 de Julio de 2014
Raitán

Alcalá de Henares, 25 de julio de 2017
Texto realizado hace tres años y que no recuerdo haber publicado. Las fotografías, sin embargo, corresponden a la última excursión en tren y las fotos que acompañan al texto se realizaron durante el trayecto de Soria a Alcalá de Henares.  Anochecía.

miércoles, 5 de julio de 2017

Querido compañero






Querido compañero de fatigas:
contigo llegué a este mundo.
A tu lado conocí la inocencia.
Las risas sinceras y los juegos,
por ti los tuve y te los debo.


Para mi asombro crecías.
La maravilla de crecer
-comprobada en el espejo-
aún hoy trato de entender.
Reparaba entonces que tus ojos

veían ¡hasta las briznas de polvo!


La maravilla de percibir la luz.
De mirar otros ojos.
De recibir la imagen
de todo cuanto amamos.
Con un temblor de gozo,
contemplar las sonrisas de los otros.


A través de tus cinco sentidos
y puede que de otros,
- hasta ayer desconocidos-
profundas experiencias
formaron parte del alma mía:
de mi carácter fueron guía.



Tus oídos matizaban
una escala primorosa
de infinidad de sonidos:
los matices escondidos
en las pasajeras voces.
El canto de los pájaros,



el croar de las ranas,
el eco del viento cuando silba
o se queda varado en la solana.
El rugido del mar
cuando se enfada y, furioso,
azota las rocas de la costa.



El susurro con que el amor se queja
cuando por tu lado pasa:
que, de todos los sonidos
es el más dulce y mejor.


Sin ningún atisbo de duda,
sin frío ni calentura,
diferenciaban el rudo acento
del llanto y del sufrimiento.


Creo que nunca me has fallado.
Siempre que sufrí
estabas a mi lado.
Compañero de dichas,
de luchas y fracasos…


Sólo por  ti se hizo en mí, la carne
de tres hijos.  ¡Fui madre: lo soy!
Ese es mi oficio. El único
que tal nombre merece con honor.

¡Hijo eres del fuego eterno del amor!
Cuando dabas a luz  ¡qué maravilla
y qué hermosura fue tu cuerpo!
¡Qué dulce la aventura vivida!
¡Qué hermosos frutos dio tu vida!


Ahora compartes conmigo la añoranza
de esta ausencia punzante de los hijos.
Te emocionas, ríes, te mueves
con alegría. El día que retornan
a nuestra segura cercanía
te olvidas del dolor y se oye
una voz que aún le canta a la vida.


Epilogo:
¡Aclárate, por Dios!
-mi cuerpo apremia-
¿Los hijos son tuyos o son míos?
¿No serán, acaso, de los dos
más un tercero
que debió intervenir
en la cuestión?


 25 de Enero de 2009

Alcalá de Henares, 5 de julio de 2017
Texto e imágenes realizadas por Franziska para
"EL CANTO DEL RAITÁN"








lunes, 26 de junio de 2017

XUANÓN



 

En aquel extraño lugar
en el que vivió Xuanón
ésta es la historia que han contado
y aún se recuerda hoy.


Dicen de él que era muy sabio
pero cansado de que su erudición
no llenara su alcancía
y su despensa vacía

viéralo amanecer casi yerto
un día sí y otro, no,
puso en un carro sus libros
y se los llevó a vender

al Zoco de Mirabien.


¡Libros para todos, libros!
¡Algebra, Trigonometría, ciencias,
Historia del Arte, teatro, biografías;
de Oriente y Occidente

todas las filosofías;
poesía y algunas novelas eróticas!!!
Y así pasó pregonando
todo el santísimo día.


Ronca tenía la voz
y el alma rota, tenía:
¡Nadie adquirió un solo libro!
Y nuestro Xuanón pensaba:


La erudición es un lujo
que trastornó mi cabeza.
Consecuente, hizo una pira
y los condenó a la hoguera.

Así perdió sus riquezas.

Más sabio fue desde entonces
pues si quería aprender,
tenía que usar su cabeza.


La verdad es que Xuanón
escribía desde el ocaso a la aurora
y así durante el día
cuando no dormitaba, dormía.


Fueron pasando los años
instalado en esa monotonía,
él nunca volvió a leer.


Cuando ya era un anciano
un día aciago dijo:
más libre que yo es un pájaro.
Y se lanzó desde la torre
más alta del campanario.


Al entierro de Xuanón
llegaron cientos de sabios
¿Cómo se extendió la noticia?
Nadie logró averiguarlo.

Aún no existía la radio.

Cada sabio portaba su propio libro
y quería compartirlo…
Así fue como el entierro
duró todo aquel invierno

y llegó hasta la parte primera
de la hermosa primavera.


Nadie sabe cómo fue…
si es que Xuanón era un santo
porque en el pueblo, desde entonces,
todos se tornaron sabios.


 30 de marzo de 2012

Alcalá de Henares, 26 de junio de 2017
Texto e imágenes realizados por Franziska para
EL CANTO DEL RAITÁN 

viernes, 16 de junio de 2017

EL BAÚL DE LA ABUELA





Era la abuela Lucita
tan pequeña y delgadita
que parecía una abeja
libando de flor en flor.


Cada tres meses llegaba
con su maletita parda.
Se instalaba muy complacida
en la alcoba más pequeña:
muy cerca del corredor.


Nos traía caramelos
que ella misma elaboraba
con azúcar y canela
o esencia de limón.
Y lacitos de colores…
y cintas de terciopelo…


Contaba muchas historias
de un tiempo en que no había
teléfono,  televisión ni ordenadores
pero estaban los  dragones, hadas,
brujas, duendes, castillos, princesas,
casitas de chocolate,
enanitos muy valientes
y  malísimos gigantes.


La abuelita Luz
cada vez más encogida
más pequeña y más flaquita
cantaba dulces canciones.
Siempre muy    quedo y muy suave
a la ventana llegaban,
todos los días del año,
a oírla los gorriones.



¡Silencio, niños, silencio!
¡Que cantan los pajaritos!
Les pueden asustar los gritos.
Temblará su corazón
porque no saben que sois
buenos, buenos, buenos,
como ángeles del cielo.


Una excursión hasta el desván,
hizo la abuela Lucita.
Apoyada en el bastón,
-toc, toc, toc, tac, tac, tac-
subió toda la escalera
y ya no volvió a bajar
pues no pudo soportar
el vértigo que le producía
ver, desde tal altura,
el arco que da al jardín.




Encontró la puerta abierta.
Dentro del desván había
multitud de trastos viejos
y también había un baúl.


Enorme baúl vacío
que casi era del tamaño
de su escasa habitación.
Nadie supo cómo pudo
llegar a meterse dentro
y se encontró tan a gusto
que nunca volvió a salir.



Para que abandonara el baúl
subieron hasta el desván
a tratar de convencerla
hijos, hijas, cuñados, primas,
nietos, yernos y nueras,
mas no hubo manera
de que ella desistiera
y saliera del baúl.


Ni el cura indicando que era pecado.
Ni el mismo alcalde diciendo
que tal lugar no era para personas
ya que carecía de licencia,
consiguieron disuadirla.


Todo aquel alboroto, poco a poco,
se fue calmando
y cómo, no, olvidando…


Al cabo de largo tiempo
descubrimos, con asombro,
que se había momificado:
de su cuerpo chiquitito
habían brotado alas
y plumas de pajarito.



 Tema escrito en el año 2012

Alcalá de Henares, 16 de junio de 2017
Texto e imágenes realizados por Franziska para 
EL CANTO DEL RAITAN