lunes, 17 de octubre de 2016

No el encorsetado de palabras rimadas








Hace tiempo que tomé la costumbre
de fregar mi casa, encender mi lumbre,
desempolvar armarios, buscar en los rincones
las muertas arañas y sus rotos crespones.

Y, en el trastero, emprendí el rescate
de marchitas, resecas emociones
que tiempo atrás, fueron flores
de fragantes aromas y de bellos colores.

Desde entonces, es raro
que un solo día pase
sin que armada de bayeta, escoba y estropajo
no barra, friegue y enjabone mi pasado.

Y después de tan agotador trabajo
emborrono cuartillas con breves pensamientos
e ideas sencillas.  No soy, bien lo siento,
un sabio ni un filósofo:

No observo el lado oscuro
y hay veces que ni veo el lado obvio.
La poesía es para mí, una expresión de duelo
y también de alegría y no el encorsetado

de palabras rimadas; ni los ángulos claros
u obscuros que tienen el amor y la noche;
ni tampoco mi llanto, ni mi efímera alegría;
ni siquiera lo que, impasible, contempló mi ira.


Como creo, no es la poesía
almibaradas mieles ni delicias
ni fuentes cantarinas
ni pájaros flautistas.

Creo que está dentro, en la vida sincera,
enseñoreada del ser de sentimientos limpios
que, sin saberlo, siente el poema más puro y más perfecto
que jamás se haya escrito.


Escrito en Alcalá de Henares, 27 de octubre de 2002.
Bajo el seudónimo de Raitán.