Me opongo a aceptar
glorias y pecados ajenos
soy lo que soy, mujer,
y es por una sola vez,
mi vida no se repetirá jamás.
No quedaré en mis hijas
ni tampoco mis huesos
calcificarán las aguas de los ríos
ni serán impalpables arenas de desierto.
En poco tiempo, nadie recordará
las palabras que dije, las gentes que amé.
He nacido mujer, soy europea.
Eso es todo lo que puedo decir
en desahogo de la pesada carga
que tal circunstancia significa.
Por serlo, no me creo heredera
de ninguna heroína de novela,
ni Juana de Orleans, ni tampoco Agustina,
la heroína de Aragón.
La santidad de Teresa de Jesús
no me alcanza así como tampoco
la de la madre Teresa de Calcuta.
La santidad ejercida con coraje,
de frente y limpiamente fue de ellas.
Me siento orgullosa de estas mujeres.
Sin embargo ¿qué puesto yo en ello?
Nada, exactamente, nada.
Lo mismo que he puesto
en el asunto de Eva y su manzana
y en el de Dalila y Scherezade
ejemplo de malas mujeres…
esta es la historia
porque hay muchas otras
siempre haciendo víctimas
de sus malas artes
a los inocentes, a los pobres hombres.
Desde niñas llevamos el “San Benito”
de haber nacido para llevar lacitos,
florecitas y mil perifollos.
…como mujer
millones de años llevo
-grabados a sangre y fuego,
en mis mancillados genes-
cargando con el mochuelo
de que soy frágil, celosa, chismosa,
cobarde y envidiosa…
Desde niña lo confieso,
me pasmo y me maravillo
de que con tan mala arcilla
puedan hacer las mujeres
que prospere una semilla
que germinará varones
buenos, honrados, leales,
inteligentes, geniales,
fuertes, aguerridos,
intrépidos marinos,
audaces científicos,
héroes como el Cid o Rolando,
guerreros como César o Gengis Kan.
Es decir, la flor y nata
de la humana complacencia
de la que son herederos solo los hombres.
Alcalá de Henares, 22
de diciembre de 2002
Fecha en que se escribió.
Alcalá de Henares, 5 de enero de 2017
Texto e imágenes realizados por Franziska. Las fotos son recientes y forman parte de su gusto por la experimentación. Cualquier tema vale como motivo.